martes, 5 de julio de 2022

El encuentro

 


La calentura le duró tres días. Durante esas setenta y dos horas fue como un hornillo de filamento rojizo que alternaba la intensidad de la lumbre que ardía en su cuerpo sin llegar a apagarse. Un desasosiego extraño se había apoderado de sus entrañas, de su espíritu, de su cerebro y de su alma. Ese conjunto que a veces se disgrega en varios entes independientes y que otras, como había sido el caso, se habían juntado en su manera de percibir las sensaciones que le provocaron el encuentro con Fabio.

Por esas fechas parece que había una conjunción de planetas en el cielo. Gabriela no supo a ciencia cierta si esa alineación de fuerzas cósmicas fue la causante, o fue el destino el que guio sus pasos. No era ella muy de creer en esos asuntos, el caso es que la sensación permanece enredada en el acontecer que marca su impronta cada día. 

Desde aquella colisión desconcertante, en que por azares insospechados, sus caminos se fueron acercando hasta converger en la senda común que enriquece sus mundos, Gabriela y Fabio han pasado meses de urgencias y premuras, de cortes y desfiladeros, de lucha y gozo, de alejamientos y cercanías, de finales y comienzos.

Apuestan el todo por el todo en una historia rocambolesca que alimenta su alma y reta al cerebro. Sin expectativas ni metas, circunscriben su amor al momento. Vuelco de sentimientos y realidades subjetivas que nutren, en un reto constante, la conexión y el entendimiento que se ha establecido entre ellos.

     - Caminante, se hace camino al andar – dice Fabio muy consciente de que la vida es lo que es. Que hay que dejarla estar, y de que para nada sirve darle muchas vueltas.

     - Lo que tenga que ser será - añade Gabriela.

Conscientes los dos del juego que se traen entre manos, disfrutan y celebran el hecho extraordinario de haberse encontrado. La vida, es lo que tiene, de vez en cuando, sorprende para bien.

 


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