martes, 5 de diciembre de 2023

Como agua y aceite




Así son. Incompatibles de base, esencia y espíritu. Tan imposible como unir la noche y el día. Tan absurdo como querer juntar agua y aceite.

La falta de claridad, las medias mentiras, el auto engaño. Ese juego que tanto ha practicado Pablo en su vida y que no va con Paloma. 

Pablo pretende revivir situaciones y actuar como siempre lo ha hecho. Desliza en sus oídos palabras repetidas hasta la saciedad. Excusas, medias verdades, trampitas para las incautas. Y no se da cuenta, por mucho que se lo diga, que con ella de nada valen. Que cuando él va ella vuelve. Que no le interesa ni poco ni mucho ese tipo de relación. Que está harta de repetir los mismos esquemas. Que cuando Paloma le oye decir: “Estoy contigo” se le abren las carnes. Nada más lejos de la realidad. Una cantinela que sobrio y borracho Pablo repite.

Cuanto más alejados, más lo dice. Palabras gastadas, usadas con sus otras mujeres.  Ella no pertenece a ese clan.

Paloma se lo dijo una vez: “Conmigo te has equivocado muchacho”. Él lo echó en saco roto.

Pablo hizo una gracieta con ello y se sonrió por dentro. Ahora sigue con su auto ficción, con su autoengaño.

Paloma, entre tanto, se da cuenta de lo feliz y tranquila que vivía antes de conocerlo. Lo de ahora es un juego absurdo en el que no gana ninguno.

Para ser veraz, en ese juego, la única perdedora, es ella.

La mañana colorea el jardín y el mundo se abre ancho y llano a sus pies. Tiempo es ya de retomar posiciones y salvar sus muebles de la quema.