Cuando se enamora Caridad se vuelve vulnerable. Frágil. Deja de pertenecerse. Su tiempo, pensamientos y deseos rolan, cambian sus metas y objetivos. El ser amado se convierte en el centro y, todo, gira a su alrededor.
Conocedora como es de su talón de Aquiles, cuando el amor la hiere se protege. Y para hacerlo, recoloca emoción y pensamiento.
Despeja balones. Reconquista espacios. Distribuye tiempo y afectos. Renace de sus tribulaciones y se enfrenta a la existencia con la quieta placidez del que sabe lo que quiere.
Mañana será otro día. Tranquilo. Indiferente. Sin altibajos. Más suyo. La felicidad consiste en no desear. La felicidad es ser fiel a sí misma. La felicidad es valorar lo que tiene, los pies en la tierra y la lógica por bandera.
Caridad se vuelve vulnerable cuando se enamora. Corazón frágil expuesto a los vientos cuando arrecian. Su reacción entonces es apartarse, para defenderse, para que el tiempo recobre su dimensión.
Esa es su salvaguardia. Poner distancias, recolocar objetivos y protegerse del dolor. Volver a ser ella en plenitud. Volver a pertenecerse.
Consciente, de que el amor es sólo un estado de locura transitorio, se pone su coraza y salta a la arena dispuesta a no ser una víctima fácil de sus propios sentimientos.
Es su reacción espontánea. Una forma, quizás torpe, pero bastante efectiva, de no sufrir. A Caridad le sirve a ratos, como a tantos otros, escurrir el bulto ante los problemas, disfrazar fealdades y entretenerse con las banalidades superfluas de esta sociedad adocenada.
Hubo un tiempo en el que sucumbía, se dejaba la piel en la contienda y, como resultado, caía en lo más profundo del pozo. Remontar, después, era un esfuerzo de titanes.
De todo se aprende y ella aprendió a protegerse de sí misma. A lanzar balones fuera, a alejar contiendas, a separar la paja del trigo y salir indemne sin tener que lamerse las heridas.
Un corte brusco. Una sacudida. Un letargo y la vida comienza de nuevo, sin rémoras, sin ataduras que rompan su armonía.
Abierta al devenir de un tiempo mejor, deja atrás sinsabores con la seguridad plena de lograr su objetivo: Disfrutar de la vida a su modo y manera.
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