Desde su más tierna infancia Ramón ha escapado de las
asociaciones. Cuando todos los niños del patio se reunían formando cuadrillas,
él se perdía en su ensoñación particular prendido de cualquier circunstancia
que llamara su atención.
Podía ser la caída de una hoja que entretenía la mirada, el
vuelo de un pájaro, las caprichosas formas de las nubes, o el estallido
luminoso que atravesaba una rama en la perpendicular de un rayo de sol.
Su mayor seña de identidad era la independencia.
Independencia de modas, slogans, grupúsculos y corrientes de cualquier clase o
manera.
Bajo su punto de vista, limitarse excluyendo al resto, era
disminuir su mundo. Ceñirse a un solo arquetipo de música, a una forma de
vestir o a una exclusiva forma de percibir la realidad, le hacía sentirse
empobrecido. A él no le interesaban las agrupaciones que pretendían controlar
el pensamiento y hacerlo común y unitario. Ramón iba más allá, buscando en el
encuentro con los otros una respuesta, una motivación, algo que le hiciera
crecer y proyectar su esencia en múltiples y diversas facetas, sin importarle
qué persona se lo pudiera ofrecer, ni su condición. Lo único que le interesaba
eran los conceptos, la imaginación, la inteligencia desbordada en proyectos y
sueños.
Demasiadas veces habían querido constreñir su libertad. En la
escuela, marcándole conceptos irrefutables. En el gusto musical cuando había
que decantarse por un estilo, compositor o época obviando al resto. Con la
indumentaria que marcaba tendencias y que había que adoptar para ser aceptado
por la sociedad. En la literatura, donde había que escoger entre un autor u
otro, una generación u otra, una procedencia social o un círculo
correligionario. No digamos ya en el deporte, en la política o en la religión,
donde pertenecer a uno u otro clan era casi cuestión de supervivencia emocional
y física a veces.
Bajo su punto de vista de todo se puede aprender, tanto de lo
bueno como de lo malo. De ahí que Ramón extraiga lo mejor de cada uno. Siempre
hay sorpresas escondidas en cada movimiento cultural, generacional o
filosófico, por muy dispares o negativos que parezcan. A Ramón, le emociona
descubrir individualidades dentro de la marea de seguidores de cualquier culto,
conveniente al poder, que utiliza en su servicio a las personas gregarias
seguidoras de lemas y consignas.
Nada hay blanco o negro y Ramón huye de los extremos.
Disfruta la gama de grises que cualquier situación le puede ofrecer. Le ocurre
igual con las personas, los países, las comidas. En todos ellos encuentra
diferencias y estímulos que le aportan un disfrute, una complicidad, una
pasión. De ahí su dificultad para vivir en un mundo en el cual son
imprescindibles las etiquetas. De ahí su huida de grupos e imposiciones. De ahí
su búsqueda de la libertad de criterio. De ahí su tranquilidad de espíritu,
insobornable y feliz, que campa a sus anchas, como un lobo solitario por la
estepa.
Me has retratado como si me conocieras de toda la vida. Quizá te identificas con esta personalidad o eres un alma gemela. Gracias por poner en valor la diferencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, José Antonio por tu cercanía. Me alegra saber que alguien entiende y se identifica con lo que pretenden transmitir mis letras. Un abrazo
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