Tiene callos en el alma de aguantar los embates de la vida. De resistir. De andar por senderos polvorientos con sandalias desguazadas.
Se ha forjado en cien mil batallas en su largo espacio de vida. Ha caído y se ha levantado otras tantas veces, construyendo fortalezas donde no las había.
Ha aprendido a forjar su destino en solitario. Conversando
consigo. Sacando fuerzas de flaqueza. Cantándose en silencio o gritando a voces
su impotencia.
Pasión, tiene callos en el alma, por eso ya no le duele, y si le
duele se aguanta.
Abre los ojos y se obliga a vivir con ganas. A caminar contra
vientos y mareas. A poner en pie el ahora y salir a su encuentro. Es maestra en
construir apoyos. En restañar heridas. En deconstruir tragedias. En partir
desde la nada y a costa de esfuerzos, alcanzar la meta.
Pasión tiene callos en el alma y en la cabeza. Eso la hace
más fuerte. Cuando la vida aprieta, cierra los puños y se lanza sin pensarlo a
ella.
Con la frente bien alta y la mirada serena. Con una melodía
en los labios y una sonrisa, que estrena cada mañana cuando atraviesa su puerta.
Relato poético y ejemplarizante del valor y la fé en uno mismo. Te felicito
ResponderEliminarGracias, Pedro, por ser y estar.
EliminarUn beso
Las mujeres sois maestras en el arte de vivir. Sabéis lidiar con el dolor porque lo asumís como algo consustancial a la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es posible, José Antonio. No sé si depende del sexo o de la manera de transitar por la vida. No hay que confundir aceptación, con resignación. A mí la resignación, nunca me ha gustado... Más bien estoy de acuerdo con tu cita:
Eliminar“Ha de hacerse cargo del humorismo de la vida, del humor patibulario de esta vida… Usted ha de acostumbrarse a la vida y ha de aprender a reír”
Gracias por tus comentarios.
Un abrazo