Con este ardor de hormigas rojas que recorre mi cuerpo es
imposible dormir, el desvelo se adueña del instante temprano enganchado a las
manecillas del reloj.
Todo se queda quieto, el aire gordo del verano madrileño
acorrala la certidumbre en pausa del pensamiento.
Escucho el apenas perceptible recorrido de la sangre por el
cuerpo, la lumbre que reverbera caliente, que aplasta la voluntad y el
movimiento.
Nada se puede hacer, salvo permanecer estática como la tortuga
en la roca, sin mover una pestaña, para ahuyentar cualquier signo de combustión.
Tórrido verano que cerca como un amigo incólume al desaliento.
Batalla por ganar en el resistir diario que a veces
desorienta y duele como una herida vieja.
Ardorosas hormigas latentes en este tórrido verano. Te felicito
ResponderEliminarGracias. Un beso
Eliminar