El Torbellino azul gira y gira cada vez más deprisa, acelerándose en cada vuelta a la vez que se separa del suelo hasta conseguir una posición horizontal.
Embutida en el cacharro infernal siente el vértigo subir del estómago a la cabeza. Un zumbido presiona sus oídos, se aferra aun con más fuerza a las barras situadas a ambos lados buscando un punto de apoyo. Traga saliva intentando respirar hondo a pesar del aire que estalla contra su cara. Poco a poco lo va consiguiendo. Afloja los brazos hasta que deja de sentir el cosquilleo en los músculos agarrotados.
Entonces distingue de golpe el cielo estrellado por encima y por debajo de su cabeza. Las luces multicolores que pasan ante su vista en ráfagas brillantes. Y sus oídos perciben la música.
Ha conseguido vencer el miedo.
Es cuando comienza el viaje alucinante traspasando el tiempo y el espacio, volando hacia el infinito.
Descubre, una pieza más para encajar en el puzle, que el miedo es ceguera. Que el temor bloquea caminos y se enrosca en el entendimiento y la voluntad. Que atrofia la percepción. Que obstaculiza y enferma el alma, incapacitándola para llegar al conocimiento.
Ahora sólo le queda ganarle la batalla en otros terrenos.
Maica, cada día me dejas más sorprendido con el dominio de la palabra, de ver cómo exprimes la palabras para extender el significado.
ResponderEliminarHola José, me gusta como lees y como escribes, lo uno se hermana con lo otro y abre la conciencia a paraísos vetados para muchos. ¡gracias!!
ResponderEliminarLo mejor de los miedos es que nos ofrecen un reto para superarnos. ¡Qué aburrida sería la vida si no existieran! ;-)
ResponderEliminarUn beso fuerte!
Cierto Fani, y tu estás creciendo en este tiempo de retos superados. ¡Que tengas muy feliz día!! Un besazo
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