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lunes, 31 de agosto de 2015

Bar de carretera



Heroínas de la vida, deshacen con su esfuerzo, pagado por horas, los posibles entuertos que sucederían en su entorno de no existir su entrega asalariada.

Cuanta aberración solapada se esconde entre las sábanas turbias. Cuántas soledades espantan en las barras del club entre copa y copa de agua camuflada de ron.

Liberan lascivos deseos en ondas marinas de esperma. Estrellas fugaces de una noche. Sórdidas protagonistas que arrancan de la piel de la tierra miserias y soledades.

Entono un canto de alabanza a las prostitutas de alma blanca que venden su cuerpo cumpliendo el extraño ritual que ayuda a la buena sociedad a mantener sus privilegios, a dormir tranquilos.

Defiendo su decisión cuando es libre, su osadía para enfrentarse al oficio que dicen es el más antiguo del mundo, y que permite que las mujeres “decentes” puedan santificar los días de fiesta con la cruz en el pecho.

Exhorto a que se legalice su profesión para que tengan derechos y obligaciones, para que las mafias no destrocen vidas y se enriquezcan a costa del sufrimiento ajeno.

Legalizar es la manera, como en tantos otros temas, de cortar las garras a la fiera que dormita en su cueva dorada cubierta de riquezas. Sacar del oscurantismo vidas y haciendas y permitir que cada uno en libertad desenrolle el hilo de su existencia.

Damas del día o de la noche, protegen, con su despreciado trabajo, el sueño de los inocentes.

 

martes, 26 de mayo de 2015

Incomunicación






Monólogos aislados. Oídos presos del propio yo que extraña el lenguaje ajeno. Cada cual, a su rollo, en su centrífuga de vida y muerte, de sopor y desvelo.

Hablamos, en realidad, con nosotros mismos. Esperamos una respuesta, un eco, que, repitiendo las palabras multiplicadas en el vacío, nos transmita la aquiescencia del otro. Vértice sonoro abierto a nuestro mensaje.

Cada uno en su planeta. La sorpresa se manifiesta cuando escuchamos un alma común que oye y entiende, que aporta y siembra,

Todo lo demás son apoyos suaves que acogen nuestra cabeza, en espera, del terremoto lumínico que borre nuestras ausencias.


 

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Alternancia


El relevo, natural, se produce con calma, sin angustia, sin miedo. Sólo es dejar paso a los otros tras el tiempo disfrutado.

Hemos cubierto la etapa. El plazo ha finalizado. Desde la perspectiva de lo vivido observo con ternura la inocencia, el desconocimiento, el aprendizaje, los caminos por descubrir.

Miro con cariñosa alegría cómo exploran alborozados estrenando nuevas sensaciones.

Delego en ellos la ilusión, las ganas, el entusiasmo. Mis ojos escrutan caminos inéditos. En el entretanto, el alma descansa plácida en espera del nuevo destino, de la oportunidad que nace con el cambio para abrirse a nuevos designios.

Todo es un llegar y un partir sin renuncias ni anclajes. Estamos y seguimos estando en los diferentes planos superpuestos, espíritu creador abarcador de espacios.

Vidas paralelas intercaladas. Vías de tránsito simultáneas por las cuales viajamos en el espacio elástico del tiempo inexistente.


 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Loa a las cocineras



Por una vez al año se orquestan ejércitos de manos laboriosas. En los cuatro puntos cardinales del Planeta preparan con amor ricas viandas, hay derroche de esfuerzo en pro de la armonía en torno a la mesa.

Miles, millones de madres, perfectas nutridoras venidas desde el comienzo de los siglos, aromatizan, especian, escancian sus aromas singulares por doquier, vibran al son de sus propias decisiones, sin director ni partitura, contagiadas por la gran aventura, alimentan, envolviendo en amor los platos escogidos con esmero.

Sin que importe el origen, los medios, el país o las posibilidades, multiplican el pan y los peces de su cesto. Hacedoras del milagro, convierten humildes bocados en delicias compartidas en la Noche mágica.

Todas a una, dando lo mejor de sí mismas, hermanadas en la distancia, crean a través de sus platos un hogar en cada casa, que, envuelta en el perfume del asado, trepida en el burbujeo de las ollas al ritmo sonoro de perolas y sartenes. Baten, muelen, machacan, amasan y esparcen fragancias de paz por todos los rincones de la Tierra,

Loa a todas las cocineras en Navidad

Loor a Ellas


 

domingo, 2 de noviembre de 2014

Diseccionando sentimientos




Presencio una conferencia en la cual se pretende pasar el arte por el ojo de la aguja de la ciencia. Poetas, músicos, escultores, pintores, escritores, ven sometidas sus obras a un despiece parecido al que sufren los corderos que cuelgan del puesto del mercado.

Es curioso observar cómo alguien incapaz de crear diserta durante horas destruyendo cualquier proceso visceral, emotivo, cardíaco. A base de mediciones, semántica, engreimiento y displicencia convierte la obra viva, palpitante, genuina fresca y espontánea en un sin fin de recovecos tortuosos explicando lo inexplicable. Alimenta su ego utilizando el talento ajeno y de él se nutre, parásito del genio.

Con la mirada fija en el ponente, me pongo en pie y salgo. Siento sus ojos clavados en la espalda.

Tampoco me quedaría para ver cómo sacrifican al cordero.

Ostensiblemente, cierro la puerta.

 


martes, 30 de septiembre de 2014

Revolución


Hay muchas formas de hacer revolución, muchas maneras, muchos medios para cambiar lo establecido, para cambiar lo que no nos gusta.

Hoy un cartel llamó mi atención. “Tú, solo, eres débil. Sólo en compañía tenemos fuerza. ¡Combate!”

Es cierto, esa es una manera de hacer revolución, de cambiar las cosas, de destruir lo instaurado. A través de asociaciones, agrupándose. “La unión hace la fuerza” -nos dicen.

Verdad es que un individuo no puede levantar una gran piedra. Si varios, tiran de una soga a la vez, la elevan. Unos muchos apagan incendios que un hombre por sí mismo no podría. Unidos somos fuertes, en algunas ocasiones y dependiendo para qué.

Aun así, yo percibo que la fuerza está dentro de nosotros, Un solo ser no es endeble. Imagino impartiendo ese dogma a los niños en las escuelas: -Tú, pobre ser indefenso, si estás solo eres débil.

¡Quiá! me revelo contra esa doctrina de la anulación del individuo.

Todo lo que nace empieza por y desde la individualidad. Nacemos y morimos solos. A los grandes problemas y disyuntivas de nuestra vida nos enfrentamos solos. ¿Quién va a batallar por nosotros si nos dicen que soledad es igual a debilidad?

Pienso, sé, que el mundo cambia con los pequeños gestos, los cotidianos, los cercanos. Si cada uno de los más de siete mil millones de seres humanos que poblamos este planeta, hiciéramos en nuestro entorno todo aquello que pretendemos que haga la sociedad por nosotros, el mundo sería mucho mejor.

Todo sería distinto si en lugar de predicar, hiciéramos lo que decimos que hagan otros por nosotros. Escuchar al que sufre. Tender la mano al indefenso. Defender al oprimido. Repartir alegría. Regalar sonrisas. Aunar esfuerzos con el más cercano. Cuidar la intención haciendo amable nuestro pequeño mundo. Siendo solidarios, empáticos, altruistas, generosos, esforzados, amables, compartidores.

Tan solo con esos pequeños gestos, aplicándolos todos y cada uno de nosotros en el trocito del mundo donde nos toca vivir, con nuestras circunstancias, sean cuales fueran en nuestro entorno, el mundo sería infinitamente mejor.

La fuerza parte de dentro hacia fuera, nunca al revés. Para dar, tenemos que poseer. Si nos enseñan que la soledad es debilidad, pobres de los millones de seres que se enfrentan a diario en soledad a este mundo. Aunque no seamos conscientes, estamos solos. Eso no quieres decir que lo seamos o que tengamos sentimiento de soledad.

Es absolutamente distinto sentirse solo a estar solo.

Solos estamos. Es real como la vida y la muerte. Sin embargo, nos sentimos solos cuando nos falta la seguridad en nosotros mismos. Cuando falla el resorte que nos hace comprender que formamos parte de un todo. Cada situación que superamos nos hace más fuertes, no de cara a los demás, sino en nuestro interior.

Basta ya de pretender que vengan los demás a sacarnos las castañas del fuego. Tenemos manos y utensilios, cerebro y corazón. Vamos con nuestro empuje y esfuerzo a sacarlas por nosotros mismos, y de paso, vamos a repartir una ración generosa a los demás.



domingo, 10 de agosto de 2014

Derrotismo o supervivencia




Me pregunto en un interrogante ciego sin respuesta, el porqué de la distancia abisal entre generaciones. Hace tiempo, unos cuantos años, leí una proclama de Sócrates.

Ahondando en el tema, supe que no era la única:

1) “Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos”.

La primera la dijo Sócrates (470- 399 a.C.)

2) “Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible”.

La segunda es de Hesíodo ( 720 a .C.)

3) “Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos”

La tercera la dijo un sacerdote del año (2.000 a.C.)

4) ”Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son   malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura”

La última estaba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (Actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia.

Esto me lleva a la reflexión, de que a pesar de todos nuestros esfuerzos por creernos únicos e irrepetibles, somos granos de arena en el desierto, tan comunes unos a otros, tan previsibles en nuestros actos que es fácil sustituirnos.

Durante milenios, los jóvenes, orgullosos, desafían los convencionalismos de la época en una clara confrontación con sus mayores y con el mundo que les ha tocado vivir. Durante esos mismos milenios, los mayores los desprecian, descalifican y tachan de inútiles, sin percatarse de que la historia se repite desde que el hombre es hombre.

Se suceden generaciones que reiteran esquemas, ignorantes de la similitud con las anteriores. El mundo avanza, para mi es incuestionable y avanza para bien.

Hora es ya de darnos cuenta de que formamos parte de un todo al cual contribuimos con la simple existencia. Puede parecernos poco.

El ser humano necesita sentir que aporta logros extraordinarios, necesita tener sentido de individualidad, de trascendencia. Es incapaz de asumir que somos eslabones de una cadena, que la Vida tiene sus propias leyes y sus propias fuerzas, de las cuales, estamos excluidos en la forma y manera que nosotros pretendemos. Somos útiles, ¡claro! ¡evidente! Tan útiles como cualquier elemento que forme parte de este Planeta, tan importantes como cualquier organismo que contribuya a la supervivencia.

Ése es nuestro cometido, Queramos o no formamos parte de la cadena evolutiva. El triunfo no es de los jóvenes o de los viejos, de una u otra generación, la que triunfa de pleno es la Vida, que echa mano de todos los elementos a su alcance para perpetuarse allá dónde y cómo pueda.

Dejemos pues las luchas generacionales, fratricidas, absurdas, sordas. Nuestra existencia tiene el único y extraordinario valor, de acrecentar en nuestra nimiedad el ingente caudal de seres vivos que pueblan La Tierra y contribuir al desarrollo y pervivencia de la Vida.

 Nada más y nada menos.


 

miércoles, 23 de julio de 2014

Némesis




Sólo a los más próximos hay que decir las buenas noticias, a los más cercanos, quizás un puñadito de a tres. Sólo a ellos hay que transmitir lo bueno que nos pasa, los logros conseguidos, las metas alcanzadas. La envidia es un cuchillo de doble filo que siega sueños y espanta esperanzas, hiede y enfanga, contamina, destruye y mata.

Sólo al oído del viento hay que susurrar con boca anónima las buenas noticias, para que las lleve en su lomo de niebla y sal, tan lejos, que a nadie inquiete o agite. Que no provoque, contra nosotros, la furia desatada de los cielos.

Sólo en la coraza del pecho hay que guardar los buenos momentos, la sonrisa limpia envuelta en celofán, para que no perturbe el agua dormida.

Sólo así podremos salir indemnes del ataque de los celos que anula verdades y quebranta sueños.

Sólo la discreción puede salvarnos de la feroz embestida, tras haber conseguido a ojos ajenos, fugaces Prometeos, el fuego de los dioses.

 

miércoles, 18 de junio de 2014

Pilares de arena



No es bueno ser el único soporte o la pieza indispensable que apuntala la estabilidad, sentir como un lastre agónico la dependencia que martillea su constante desamparo, letanía cruel que desata y extiende inmisericorde en su propia debilidad la constante queja, la continua exigencia, catapultando desde el egoísmo la brutal demanda, el chantaje emocional.

La burda y efectiva trama extiende sus redes atrapando a pesar de su torpeza, sostén de la frágil presencia.

No se puede escapar cuando el único punto de apoyo reside en nuestros hombros, aun teniendo la certeza de que todos somos prescindibles, hay un lamento cerrado que aturde, controla y expande en su fragilidad su fuerza, anulando vidas y entornos, aplastando libertades ajenas.

Es un rompecabezas difícil de encajar, la fuerza reside en cada uno de nosotros, aun asi necesitamos del contacto y el cariño.

Somos individuos capaces e independientes, nadie nos puede dar lo que no tenemos.

Nos nutrimos de amor, alimento sustancial para un desarrollo emocional y vital armónico.

La utilización de un ser humano por otro ser humano lleva a la destrucción del individuo.

Somos un todo multiplicado en millones de millones de minúsculas células.

Nadie debería exigirnos más de lo que tenemos, en base a que somos lo único cercano, para poder desarrollar sus neuróticas patologías descargando sobre nuestra cabeza su frustración.

Cada uno de nosotros somos dueños de nuestro destino.

Acertamos o erramos por nuestras propias decisiones y cada cual, en comunión, nunca en imposición, forjamos nuestro camino.

  

domingo, 1 de junio de 2014

Transporte colectivo




Es éste un mundo hostil, extraño, donde cada cual extiende su coraza en un círculo protector, defensor de su intimidad que aparta proximidades.

La cercanía se impone cuando el espacio se acorta y achica las distancias, sorprende qué al despojarnos de los miedos, perdidos los escrúpulos y el olfato, desterrados de la mente el rechazo y la prevención, nos dejamos invadir por el olor del cuerpo nuevo, del aliento ajeno, del calor cercano y amable que palpa con dedos intangibles húmedos y extensos nuestro cuerpo.

No hay posibilidad de huida, el cerco humano nos abraza gigante de las sombras.

Perdida la identidad nos dejamos zarandear degustando el tiempo febril del delirio, mecidos en el baile asincrónico, paladeamos, abiertas las esporas ancestrales, el mundo carnal y espeso que corrompe los sentidos.



domingo, 4 de mayo de 2014

Bella Durmiente


Llega el día en que sin saber cómo ni cuándo aunque volvemos la cabeza alrededor y el cerebro gira loco buscando un punto de amarre, nada hay salvo nosotros mismos, nadie queda en nuestro entorno al cual acudir en demanda de ayuda.

Es imposible desempolvar el tiempo gozoso de la lágrima consolada, del pecho acogedor, del abrazo cierto.

Todo se ha deshecho en un fogonazo cegador, agostando los días y las noches de seguridad confiada, de absoluto desconocimiento, de absoluta certidumbre.

¡Qué dulces los tiempos en que arrullada por tus cantos me mecías entre sueños, me colmabas de besos, me llevabas en tus brazos!

Nada más seguro que tu calma, tu firmeza, tu permanencia. Foco de todas las alegrías, consuelo de todas las penas.

Lejos de ti la tempestad arrecia sin cueva donde cobijarme, sabiendo con absoluta certeza que ya nunca, nadie más, me cuidará igual que tú.

Nunca nadie antepondrá mi seguridad a la suya, mi felicidad a la propia o escuchará mis quejas con la sonrisa abierta.

Nadie, mamá, nadie me querrá como tú. ¡Qué desperdicio el tiempo malgastado teniéndote cerca! ¡Qué vida absurda que rompe presencias! ¡Maldita! ¡Maldita vida atroz que destierra sonrisas!

Desperté de un mal sueño con el tesoro incombustible de tu alma prendida en mí. Tus manos, caricia permanente en los días aciagos Tu existencia creando luz entre tinieblas. Tu permanente amor, y otra vez tu entrega, tu generosidad, tu fe en mí.

 ¿Dónde está?

¿Dónde se ha ido el tiempo de la seguridad y la fuerza?

Muero de angustia entre soles refulgentes. Me inunda la congoja ¡Por Dios! ¡Qué pena! No tengo a quién contárselo, nadie escucha mi queja. Rebotan las lágrimas sobre el teclado desnudo, el aire abrasa los pulmones, la oquedad sin fin de la cabeza deshace con hilos torpes la angustia, la aceptación, el dolor.

La verdad es ésta.

Todo lo demás son ensoñaciones torpes de niña pequeña que busca las faldas de su madre para refugiarse en ellas, que avienta el aire olfateando su olor tratando de sentirla cerca.

Tu calma es mi calma, tu seguridad mi fuerza, tu valentía mi adalid, tu coraje mi bandera. Abro mi pecho a tu espíritu y dejo que me posea, y tú, presta, acudes, entras hasta lo más hondo y acunas mi esencia.

Aquí estás, en mi mente, en mis manos, en mi cuello, en mi lengua, en mis labios, en mi paciencia, en mi valentía, en mi dulzura, en mi resignación, en mi fortaleza... Aquí estás mamá. Conmigo.

Por conocerte ha merecido la pena vivir.

¡Sí mamá, por ser tu hija, vivir, ha merecido la pena!

 

 

jueves, 24 de abril de 2014

El reto diario

                                   
          

Cuando el reto diario es hacerse la comida y obligarse a comer, aprender a cuidar de uno mismo, levantarse de la cama, vestirse, adecentar un poco el rostro y tomar impulso para sacudir la inercia que nos lleva a desplomarnos en el sofá enganchados al no estar, al no pertenecer, al no sentir, al no sufrir, queriendo escapar de la inhabitabilidad de la vida y fundirse en un opalescente y último abrazo, deslizarse en el pozo de la indiferencia que se abate certero sobre el cuerpo abandonado a su destino.

Cuando el reto diario es ser capaz de gestionar las pequeñas tareas cotidianas sin horizonte ni espera salvo mantener la intendencia necesaria imprescindible para no sucumbir. Ser capaz de abrir la puerta y salir a la calle aferrándose al vacío, dejando deslizar la sombra y enfrentarse al día con una sonrisa pintada en el rostro y sacudir el letargo opresor que lucha por ocuparnos, conseguir enlazar los pasos uno tras otro en la continuidad del camino.

Cuando el reto diario es, simplemente, permanecer.



viernes, 21 de marzo de 2014

Vuelo 1673

                                                   


Debo ser una de las pocas personas a las que le gustan los aeropuertos. Los largos viajes. Los tiempos de espera son balsas en el tiempo. Lagunas de espacio entre prisa y prisa. Estancias laxas despojadas de relojes y carreras. Viaje en introspección hacia nuestro propio laberinto interior. Bálsamo entre bolsillos que deslía la cáscara de minutos sin propósito. La tierra de NeverLand descorre sus cerrojos y muestra la quietud de sus estancias, se desaceleran los pasos en la aceptación de la inevitable parada entre mundos. Las ciudades, tareas, trabajos son espejismos borrosos, en el aeropuerto nada queda por hacer sino contemplar en derredor la vida en calma, fuente de paz envolvente y lúdica, sala de espera sin diagnóstico donde cada quién recupera en esta sociedad de prisas alocadas el “dolce far niente” tan vedado en los días normales de agobios y plazos.

Aquí se dilatan las horas vestidas de domingo, los movimientos se suavizan ralentizados al compás de la espera, se desata la lengua y en encuentros casuales desbarata la encorsetada rigidez defensora a ultranza de la intimidad, abre las compuertas en torrente la palabra y conexiona sin pudor en confesión anónima con el viajero casual que se sienta a nuestro lado. Las defensas se desarman y el alma se abre.

Creo que debo ser de las pocas personas que le gustan los aeropuertos, los largos tiempos de espera, el vuelo a 12.000 metros sobre el mar, arropada por el aire, columpiada en el éter en comunión interior surcando como un pájaro los cielos, la quietud indolente donde el presente se agiganta hasta ser todo y hecho vida me acerca a la realidad del momento, consciente de la voluptuosidad serena, la pasión retenida y el confortable desparpajo que cada uno desarrolla en su propia isla, ajenos al entorno, en el entretanto hecho vida.

 

viernes, 28 de febrero de 2014

Animalizarse




Es bueno animalizarse de vez en cuando, buscar la inconsciencia, vivir de espaldas a la avalancha de información que inunda nuestro cerebro, retrotraernos al tiempo en el que se ignoraba el por qué, el cómo, el cuándo. Pertenecer al presente inmediato siendo actores de nuestra vida en el teatro del momento, ajenos a los entresijos del libreto.

Es bueno animalizarse de vez en cuando y olvidarnos de las pantallas que vuelcan su información en catarata dejándonos el cuerpo aterido, al descubierto. Un acumulo de datos sobre nuestra anatomía, el desarrollo de la posible enfermedad, el vaivén de las hormonas, los pasos contados que hay que dar hasta alcanzar un estadio de madurez.

Minuto a minuto podemos a través de San Internet, santo que reúne más acólitos que toda la Corte Celestial junta, saber qué sucede en nuestro cuerpo, en nuestra alma, en nuestro cerebro.  Se nos explica paso a paso el desarrollo de enfermedades, acontecimientos, historias, entresijos, dimes y diretes de cualquier situación que podamos vivir en lo personal o en lo colectivo, da igual lo intrincado del bosque anatómico o la lejanía kilométrica del asunto, allí está plasmado en palabras cifras y datos al alcance de cualquiera.

Conocer, descubrir desde nuestra propia óptica y nuestra propia experiencia, explorar nuestro camino sin orates dictadores del pensamiento que influyan nuestros actos, desprovistos de camisas de fuerza que anulen nuestro criterio.

No se trata de cerrar los ojos y caminar a tientas, sino cubrir nuestra mirada de la luz cegadora que nos impide atisbar el camino. Demasiada información a veces emborracha y priva de la magia de vivir el momento sin saber qué portentoso milagro se obra en el cuerpo, qué infantil candidez impulsa los primeros pasos, qué estímulo ancestral nos lleva al deleite, qué misterio se oculta en el proceder humano.

A veces sería bueno animalizarnos y vivir sólo el momento, semejantes al corzo que mira el infinito, ajeno al posible depredador que aceche su carrera.

 

martes, 4 de febrero de 2014

El error


El traspiés, quizás el mayor dislate de donde parte el epicentro del terremoto que abre la grieta de la separación es, sentirse invadido, asaltado, forzado.

Gran error es ocupar una casa ajena o dejarse ocupar percibiendo el imperceptible cambio que va transformando el entorno protector. Se desdibujan los perfiles de las estanterías que contienen los libros. Saltan rostros ajenos a los marcos de las fotografías. Las prendas desubicadas buscan dónde cobijarse en aras del orden personal que cada quien impone a sus cosas.

La casa única se construye juntos. Desde el primer esbozo en el papel. Desde la percepción errática en pos de sueños comunes. Haciendo la lista desde los más pequeños enseres necesarios para la nueva aventura que comienzan.

Nadie se siente asaltado. Ninguno invade la estructura vital que late en cada ladrillo. Aquí fabrican los sueños, su futuro, su hogar. Los dos se aprestan a aportar lo mejor que poseen. Es el comienzo desde la nada al todo de sus sueños.

¿Qué pasa en cambio cuando el bagaje es otro? ¿Cuando existe el sentido de la pertenencia marcado por la huella del esfuerzo en cada estancia? ¿En cada mueble? ¿En cada habitación? ¿Qué pasa cuando el miedo acuchilla sombras y se cubre con el escudo de lo mío y lo tuyo?

Es una auténtica invasión la que se ejerce sin pretenderlo. Invadimos o nos invaden. Cambiamos rutinas. Añoramos silencios. Buscamos tiempo en soledad que nos devuelva a la placidez del hueco que nos cobija.

¿Qué hacer entonces? Difícil coyuntura se presenta a todos aquellos que han desgajado sus sueños y pretenden construirlos de nuevo. Es necesario renunciar a todo. Olvidarse del acopio que hemos hecho para tiempos futuros. Cerrar puertas y empezar de cero en un destino distinto.

¿Una casa vacía para llenar juntos con sueños y realidades? Parece fácil. ¿En realidad es posible renunciar a todo y empezar de cero? Fermín lo duda.

Tendría que volver el viento loco que alborota su alma y abre compuertas, cuando las veletas giran desbocadas a mil por hora y la sangre sube hasta la cabeza pintando el gesto de desafío en la boca resuelta. Sólo entonces saltaría de nuevo al vacío asido a la maleta de transportar los sueños.

 

 


jueves, 5 de diciembre de 2013

El valor de los muertos



Cortesía de la Red

Cómo se magnifica a los muertos y cómo se relativiza a los vivos.

Por qué hay que esperar la desaparición de algo o alguien para darle el valor que tiene. Por qué el tiempo pasado es el mejor cuando en realidad lo que tiene un mérito tangible es el presente que algún día será pasado que se apreciará tarde... demasiado tarde.

Es injusto que lo más cercano se convierta en la costumbre que empuja los días envueltos en la inconsciencia que desvirtúa la realidad para añorar lo ausente, que en su día fue presente desvalorizado.

Qué hay que hacer entonces, alejarnos, desaparecer furtivos en el confín difuso, quemar las naves y dirigir lo que quede de nosotros hacia un horizonte sin meta por el simple hecho de pasar a formar parte de los añorados.

Si la permanencia la lealtad el apoyo y la entrega se convierten en torpe continuidad que aburre, que molesta, llegada es la hora de aprestar las alas y alzar el vuelo donde la vida no tenga el estigma del cansancio, la inclemencia del desapego, la sinrazón del envite el vacío, la respuesta desmedida y a destiempo en base a la cercanía que siembra el desconcierto.

Se muere de a poquito el alma cuando recibe sin merecerlo la respuesta del ingrato que busca en el horizonte lejano la pueril sonrisa el cálido abrazo  la pasión paciente la hermandad sincera el apoyo la fuerza la fidelidad la entrega, que tiene a su lado, al pie de su puerta.

Y cuando al fin en derrota cierta recoge las velas pliega las alas hace la maleta y parte, se torna la historia y llora al ausente, se golpea el pecho derrama cenizas sobre la cabeza mesa sus cabellos vierte lágrimas amargas y pregunta el porqué de su partida.

Al lado tendrá otra cabeza reclinada sobre el pecho, un corazón alerta, una mano tendida. 

Se repetirá la historia, cerrará el bucle gris de su inclemencia y llorará al ausente despreciando al que abierto en canal le ofrece su grandeza.

 

 


jueves, 24 de octubre de 2013

Infame cobardía


¡Qué asco me da la agresividad de los cobardes!

 En realidad, la agresividad es cobarde en sí misma, parte de un ser que se refugia de su propio miedo detrás de la pared de gritos y atropellos.

Es fácil atacar al ser indefenso, a una población desarmada, arrojar proyectiles contra manos vacías, golpear hasta la muerte, lapidar con mentiras ancestrales, vaciar el cargador sobre la cabeza vencida, ensañarse con víctimas indefensas en la infancia, sacar las plumas de gallo y atronar el viento con berridos infrahumanos, golpear al que no se defiende, violentar la inocencia.

Es fácil someter al débil, avasallar al menos fuerte, atacar con actitudes y palabras que ablandan y desarticulan a la posible captura, tiranizar, hundir con saña los dientes en la garganta propicia y pavonear mirando desafiante a su alrededor con la sonrisa oscura del mediocre que oprime sin tregua, para no dar una sola oportunidad a la presa cercada que estrangula con sus manos, que asfixia entre sus brazos.

¡Qué asco me da la agresividad de los cobardes!

 

jueves, 5 de septiembre de 2013

Cada despertar


Cada despertar golpea mi cerebro con un aldabonazo de campana gorda. La realidad desenreda su bucle de negativo extenso y aparece ante mí la sucesión de acontecimientos uno detrás de otro sin piedad sin descanso sin posibilidad de olvido.

No se puede detener la vida ni se puede desandar lo andado para llegar a ninguna parte o a la otra orilla o al remanso donde no ha sucedido nada. El amanecer inmisericorde me enseña la llaga y el sufrimiento y el dolor.

No existe paliativo sino el tiempo, la esperanza de que en los despertares sucesivos vayan apareciendo hilos de luz entre las sombras, cristalitos irisados coloreando la negrura que llena mis mañanas.

Que al abrir los ojos una explosión de luz me enseñe que la vida existe plena, completa, lúdica, espaciada, en calma. Que la paz sea el sentimiento caliente y dulce que empape mis neuronas y me desenrede como un gato entre la sabanas deleitándome en el desperezo, y me olvide del salto aturdido que me saca de la cama y que me empuja apenas abiertos los ojos a abrir las ventanas, todas, deambulando por la casa a trompicones, abriendo las ventanas, todas, dando paso a la luz, dando paso a la vida, abriendo mis ventanas, todas, con manotazos torpes, todas, hasta espantar la oscuridad.

 Todavía es demasiado pronto, para asumir tu pérdida, mamá.

  

Consciencias




Soy consciente de la luz que alumbra mi camino en ráfagas artificiales o en derroche natural. Consciente del aire que respiro viciado o no, nutriendo mis pulmones. Acepto el discontinuo devenir de la vida en altos y bajos. Intrincados laberintos. Precipicios que a veces cortan el camino. Murallas que parecen insalvables. Fértiles valles. Remansos de calma. Pupilas abiertas en la alborada. Brazos que colman. Absurdas disputas enredándose cual maléficas serpientes en la sabia del alma. Torpes reflejos en noches de abusos de muerte callada.

Consciente del reflejo en las pupilas que avienta la vida y sacude con estruendo sigiloso la desgana adormecida. Me recreo en la mirada esquiva, en la mano que saluda, en el vientre de una niña que apunta hacia el infinito semillero de otra vida. En el dulce acontecer y en la sacudida que altera poniendo en alerta la fuerza que proviene de la fuente, pura energía, que abastece sin recato en fluida conducción y destierra la desidia. Trenza la solidaridad su danza y explota con horrísono estruendo la maldad desguarnecida.

En este tremolar constante que sacude el infinito, que se estira y que se encoge haciéndose a mi medida, paladeo cada momento. Degusto mil sabores, consciente de la infinitud del segundo compartido. Abarco con la mirada y me empapo permeable de la lluvia errante. Me sumerjo lúcida en la existencia, valedora de caricias, amante de la verdad, paladín de la justicia, anacoreta del alma, apasionada del mar, de la muerte y de la vida.



domingo, 28 de julio de 2013

De obras


 

La casa contagiada de polvo y cemento se vuelve anárquica y en una mueca lasciva deshace el orden calculado, paso a paso transforma su esencia y se entrega juguetona dejando a un lado el adquirido rosario de rutinas, las comidas a su hora, un día para cada cosa, los jueves la plancha, los viernes la aspiradora.

Despierta al caos zumbón y se revuelca como un niño por el barro, tiembla y se regocija en un desparrame libertario, saltan las ballenas del ajustado corsé y el mórbido cuerpo se expande en una marea de objetos que ocupan en oleadas haciéndose dueña de cada una de las tórridas estancias.

Al comienzo, ajena al gran maremágnum una isla subsistía incólume, hoy rendida al zafarrancho ha abierto sus puertas y campan a sus anchas los bultos desbaratados, las moléculas de polvo esparcen su nieve gris por muebles y estantes por paredes y rincones, la ropa diseminada se descuelga en improvisados percheros meciéndose lánguida.

No hay escape, toda ella ha entrado en el juego del barullo delirante, el último reducto ha entregado sus banderas ante el ataque imparable de las huestes de la casa que disoluta y festiva lanza las piernas al aire.