martes, 18 de diciembre de 2018

La huella




He descubierto que me gusta dejar huella por donde paso, no sé si esto es algo consustancial a todos los seres humanos, en mi caso no se trata de vanidad o instinto de permanencia.

No, mi percepción es otra, lo que yo siento, es que cuando he estado en algún sitio y más tarde otra persona pasa por allí, le hablan de mí con agrado, reconocen y recuerdan mi calidez, mi sonrisa, el trato amable, una palabra de cariño... Y eso me gusta.

Esa es la huella que quiero dejar impresa por los senderos del alma, porque creo, que el ratito que estamos en este Planeta lo podemos hacer más amable, podemos transformar el mundo en el que vivimos, mundo, que muchos se empeñan en que sea oscuro, torpe, ruin, indefenso, febril, inhumano.

Y son unos poquitos los que hacen lo hacen así, unos poquito con mucha fuerza.

Aunque no lo creáis, nosotros tenemos la clave para cambiarlo, de nosotros depende.

Podemos hacer que cada entorno a nuestro alrededor se transforme en un lugar acogedor y cálido.

Una sonrisa no cuesta nada, es espontánea, salta a la boca, se apodera de la cara y se refleja en el rostro que nos mira.

Un abrazo a tiempo, un beso de consuelo, un gesto, una caricia... pequeñas-grandes cosas que hacen que este mundo magnífico, en el cual transitamos por corto espacio de tiempo, se convierta en un lugar más humano, amable y extraordinario.

De nosotros depende, de todos y cada uno, sin excusa. Podemos escurrir el bulto o abrir los ojos a la mañana cada día y regalar conscientes y generosos semillas de amor y consuelo, de luz y vida, de sueños y esperanza.

Empatizar con nuestros compañeros de viaje en lo bueno y en lo malo, ponernos en su lugar, reír y llorar con ellos, sin olvidar que cada momento es único e irrepetible. Para lo bueno y para lo malo también. Todos tenemos el potencial para hacerlo, disfrutad de ello conmigo y brindad al mundo lo mejor de vosotros.

La recompensa es infinitamente mayor que el esfuerzo realizado porque lo que damos nos vuelve centuplicado, y así, los colores con los que cargamos nuestra paleta son los mismos con los que el pincel universal pintará nuestro mundo.

¡Adelante pues! Juntos, todos a una, vamos a dejar huellas de sonrisas mezcladas con polvo de estrellas marcadas en el camino.

Al fin y al cabo, según dice la ciencia, el 97% de nuestro cuerpo está formado de esa materia.