jueves, 20 de julio de 2017

En la guarida de la fiera


                                   

Y fui arrastrada a las profundidades de la guarida de la fiera. Maniatada. Amordazada. Hundida en el rincón más lóbrego, aguardando sin saber mi destino.

Con el tiempo supe que estaba en la despensa, mantenida como posible tabla de salvación. En caso de ser necesario, sería devorada, poco a poco, cogiendo las partes de mi cuerpo que sirvieran como alimento, sin arrancarme la vida.

A trozos. En porciones. Consumida lentamente. Espaciado. Mientras, mis ojos permanecían ausentes. Mi voz no estallaba. Mis oídos no escuchaban. Pero, mi corazón latía acorde. Sistólico. Constante. Pertinaz. Único. Redondeando el ritmo que resonaba en la caverna de la guarida de la fiera.


 



No hay comentarios:

Publicar un comentario