martes, 1 de diciembre de 2015

Elevación nº 11



Puedes ser lo que quieras ser. Tus alas pueden batir tan alto, como, y hacia donde tu impulso te lleve. Nada importa lo que otros digan ni lo que alimente tu febril delirio de muchacho inocente, débil, esclavo del tiempo y las circunstancias.

Excusas torpes para no alcanzar tu meta. Ejemplos a millares llenan las vidrieras de tus ojos. Míralos,  hacen lo que un día soñaron.

¿El camino? La voluntad, el trabajo, la entrega, el entusiasmo, la pasión. Son las herramientas, los aliados, los peldaños de la escalera que te conducen a ser tú mismo. Fiel a tu esencia. Sin menoscabo ni engaño. Sin subterfugios ni trampas que cercenen tu cabeza, las ganas de soñar y hacer realidad la certeza forjada en las entrañas como una explosión radiante de ondas superpuestas.  El poder lo detenta tu alma inquieta.

Conozco a tantos que lo lograron…y a otros tantos más, que esconden la testa enturbiados por la certeza de masacrar sueños. Indolentes. Perdidos en la pelea que disputaron contra sus propias ideas. Enemigos de ellos mismos. Deslizándose por la pendiente inconclusa. Labores deshechas en torpes designios de olvido. Látigos que fustigan con carencias por no haber sido capaces de desarrollar sus quimeras.

Quién o qué designio condena a trepar hasta la cúspide o desfallecer en la senda. Ni culpables ni rendidos. Cada cual haga lo que mejor entienda. Dueños de sus vidas y sus haciendas, desplegados en arboladura al impulso de sus velas.

Ni vencedores ni vencidos, solamente, supervivientes en la contienda.

 

 

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