Presencio
una conferencia en la cual se pretende pasar el arte por el ojo de la aguja de
la ciencia. Poetas, músicos, escultores, pintores, escritores, ven sometidas
sus obras a un despiece parecido al que sufren los corderos que cuelgan del
puesto del mercado.
Es curioso observar cómo alguien incapaz de crear diserta durante horas destruyendo cualquier proceso visceral, emotivo, cardíaco. A base de mediciones, semántica, engreimiento y displicencia convierte la obra viva, palpitante, genuina fresca y espontánea en un sin fin de recovecos tortuosos explicando lo inexplicable. Alimenta su ego utilizando el talento ajeno y de él se nutre, parásito del genio.
Con la mirada fija en el ponente, me pongo en pie y salgo. Siento sus ojos clavados en la espalda.
Tampoco me quedaría para ver cómo sacrifican al cordero.
Ostensiblemente, cierro la puerta.
Profundo, escueto y emotivo análisis. Me gusta
ResponderEliminarGracias Pedrito, me gusta que te guste. Besossssssssssssssss
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