martes, 30 de septiembre de 2014

Revolución


Hay muchas formas de hacer revolución, muchas maneras, muchos medios para cambiar lo establecido, para cambiar lo que no nos gusta.

Hoy un cartel llamó mi atención. “Tú, solo, eres débil. Sólo en compañía tenemos fuerza. ¡Combate!”

Es cierto, esa es una manera de hacer revolución, de cambiar las cosas, de destruir lo instaurado. A través de asociaciones, agrupándose. “La unión hace la fuerza” -nos dicen.

Verdad es que un individuo no puede levantar una gran piedra. Si varios, tiran de una soga a la vez, la elevan. Unos muchos apagan incendios que un hombre por sí mismo no podría. Unidos somos fuertes, en algunas ocasiones y dependiendo para qué.

Aun así, yo percibo que la fuerza está dentro de nosotros, Un solo ser no es endeble. Imagino impartiendo ese dogma a los niños en las escuelas: -Tú, pobre ser indefenso, si estás solo eres débil.

¡Quiá! me revelo contra esa doctrina de la anulación del individuo.

Todo lo que nace empieza por y desde la individualidad. Nacemos y morimos solos. A los grandes problemas y disyuntivas de nuestra vida nos enfrentamos solos. ¿Quién va a batallar por nosotros si nos dicen que soledad es igual a debilidad?

Pienso, sé, que el mundo cambia con los pequeños gestos, los cotidianos, los cercanos. Si cada uno de los más de siete mil millones de seres humanos que poblamos este planeta, hiciéramos en nuestro entorno todo aquello que pretendemos que haga la sociedad por nosotros, el mundo sería mucho mejor.

Todo sería distinto si en lugar de predicar, hiciéramos lo que decimos que hagan otros por nosotros. Escuchar al que sufre. Tender la mano al indefenso. Defender al oprimido. Repartir alegría. Regalar sonrisas. Aunar esfuerzos con el más cercano. Cuidar la intención haciendo amable nuestro pequeño mundo. Siendo solidarios, empáticos, altruistas, generosos, esforzados, amables, compartidores.

Tan solo con esos pequeños gestos, aplicándolos todos y cada uno de nosotros en el trocito del mundo donde nos toca vivir, con nuestras circunstancias, sean cuales fueran en nuestro entorno, el mundo sería infinitamente mejor.

La fuerza parte de dentro hacia fuera, nunca al revés. Para dar, tenemos que poseer. Si nos enseñan que la soledad es debilidad, pobres de los millones de seres que se enfrentan a diario en soledad a este mundo. Aunque no seamos conscientes, estamos solos. Eso no quieres decir que lo seamos o que tengamos sentimiento de soledad.

Es absolutamente distinto sentirse solo a estar solo.

Solos estamos. Es real como la vida y la muerte. Sin embargo, nos sentimos solos cuando nos falta la seguridad en nosotros mismos. Cuando falla el resorte que nos hace comprender que formamos parte de un todo. Cada situación que superamos nos hace más fuertes, no de cara a los demás, sino en nuestro interior.

Basta ya de pretender que vengan los demás a sacarnos las castañas del fuego. Tenemos manos y utensilios, cerebro y corazón. Vamos con nuestro empuje y esfuerzo a sacarlas por nosotros mismos, y de paso, vamos a repartir una ración generosa a los demás.



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