Llevo un músico encerrado en el alma.
Un músico enterrado en las entrañas, oculto en cada pliegue de la piel,
envuelto en la cadencia que asalta mi cuerpo como un sortilegio. Veneno que
irradia su poderoso influjo y vive conmigo.
Lenguaje ardiente y sincopado que altera mi alma trastocando en gozo los momentos dormidos. Exaltación permanente en la inmensidad que diluye la angustia en deseos mordientes y cópulas alborotadas de luz.
Me cerca la armonía salvaje, dulce arrebato que embriaga y exalta la añoranza del ser dormido anestesiado por la realidad que vibra en el cántaro de los miedos. Lastrado por la incapacidad del mundo. Duende que reposa en el subsuelo del olvido atento a la campana que le arrebate del sueño.
Músico encerrado en mí, oculto en los pliegues de la piel, te debo un despertar de caderas armónicas y dedos lanzados al galope por los pentagramas de la realidad, hechos tú y yo música en plenitud, ritmo y son.
Majestuosa entrada. Escribes de maravilla.
ResponderEliminarFelicidades por tu espacio.
Un saludo.
Es muy gratificante leer palabras como las tuyas. Encontrar ecos y resonancias.
EliminarGracias por venir a visitarme Voltarela.
Un abrazo.
Ay! se metió una t sin estar invitada Volarela :)
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