martes, 31 de diciembre de 2013

La ilusión está por encima de las estrellas



El sol y el agua jugaban en tu piel, el silencio se ocultó en tu pelo y el agua apenas sin rozar tu vestido se quebraba a tus pies en mil figuras, una cascada rosa y gris bajaba desde el cielo a tus ojos hechos de recuerdos y esperanzas. Una lluvia sin agua murmuraba tu nombre entre risas lejanas. Apenas rozabas la tierra parda.

La cruz negra de un barco se recortó en el horizonte por un momento. Tus pensamientos se marcharon al galope persiguiendo el silencio que huía de tu frente. Tus ojos no miraban sino lentas figuras cubiertas de algas. La risa se escapó de tu garganta como de una cárcel y libre por fin giraba loca, dulce, hiriente a veces, desaparecía a retazos para volver a surgir en tus propios oídos con más fuerza. Apenas rozabas la tierra parda. 

Y tus ojos se empañaron de un vaho dulce, y tu frente se alzó limpia hacia tu casa, tus manos nerviosas acariciaron el sol, y apenas, sí, apenas rozabas la tierra parda.

 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

jueves, 5 de diciembre de 2013

El valor de los muertos



Cortesía de la Red

Cómo se magnifica a los muertos y cómo se relativiza a los vivos.

Por qué hay que esperar la desaparición de algo o alguien para darle el valor que tiene. Por qué el tiempo pasado es el mejor cuando en realidad lo que tiene un mérito tangible es el presente que algún día será pasado que se apreciará tarde... demasiado tarde.

Es injusto que lo más cercano se convierta en la costumbre que empuja los días envueltos en la inconsciencia que desvirtúa la realidad para añorar lo ausente, que en su día fue presente desvalorizado.

Qué hay que hacer entonces, alejarnos, desaparecer furtivos en el confín difuso, quemar las naves y dirigir lo que quede de nosotros hacia un horizonte sin meta por el simple hecho de pasar a formar parte de los añorados.

Si la permanencia la lealtad el apoyo y la entrega se convierten en torpe continuidad que aburre, que molesta, llegada es la hora de aprestar las alas y alzar el vuelo donde la vida no tenga el estigma del cansancio, la inclemencia del desapego, la sinrazón del envite el vacío, la respuesta desmedida y a destiempo en base a la cercanía que siembra el desconcierto.

Se muere de a poquito el alma cuando recibe sin merecerlo la respuesta del ingrato que busca en el horizonte lejano la pueril sonrisa el cálido abrazo  la pasión paciente la hermandad sincera el apoyo la fuerza la fidelidad la entrega, que tiene a su lado, al pie de su puerta.

Y cuando al fin en derrota cierta recoge las velas pliega las alas hace la maleta y parte, se torna la historia y llora al ausente, se golpea el pecho derrama cenizas sobre la cabeza mesa sus cabellos vierte lágrimas amargas y pregunta el porqué de su partida.

Al lado tendrá otra cabeza reclinada sobre el pecho, un corazón alerta, una mano tendida. 

Se repetirá la historia, cerrará el bucle gris de su inclemencia y llorará al ausente despreciando al que abierto en canal le ofrece su grandeza.